Unión de Cofradías de Semana Santa de Úbeda

Como es costumbre en los últimos 60 años y en un auditorio del Hospital de Santiago abarrotado de cofrades, Úbeda volvía a darse cita con el gran pórtico inaugural de su Semana Santa: el Pregón Oficial organizado por la Unión de Cofradías.

Tras la obertura del acto con la estremecedora marcha de la Unión, los asistentes podían escuchar, por elección del pregonero, la popular marcha Nuestra Señora de Gracia también del compositor Herrera Moya.

A continuación, de manera ágil y cariñosa, Daniel Berzosa López nos desgranaba sólo la "mitad de la mitad" de los méritos del pregonero, para presentarnos a Francisco José Cayola Cortés, el "cofrade total".

Tras estos prolegómenos, ocupaba el atril Francisco Cayola. Tras una exaltación inicial de la Cruz de Cristo que nos transportó a la pasada Jornada Mundial de la Juventud en Madrid para devolvernos a la realidad y cercanía de las cruces guías de nuestras cofradías, precisamente la cruz guía de la hermandad presente en la Sexta Estación del Vía Crucis con el Papa hacia entrada en el auditorio, acompañada de tulipas y envuelta en olor a incienso y en el tintineo de la tradicional campana ubetense.
Continuó el pregonero, presentándonos la historia de la salvación en la relación entre Dios y el Hombre, rota por el pecado, para acercarnos a la sencilla mujer María de Nazaret que posibilitó con su "fiat" la redención culminada en el gesto de entrega de la Cruz, de su "Hijo querido" resucitado.

La ya citada cruz y la Virgen María, fruto de la profunda devoción mariana del pregonero, fueron el trasfondo de un pregón pleno de reflexiones profundas y de oraciones personales enlazadas a través de hermosas y poéticas palabras.

A continuación, Francisco Cayola nos relató, con estricto orden cronológico, la Pasión según Úbeda, "protagonizada por Dios urgido por el proceder del hombre" y contada y ambientada en las calles y lugares santos de la propia Jerusalén. Fue el momento para ensalzar Úbeda y las distintas cofradías que hacen grande su Semana Santa.

Concluía el pregonero con la parte más íntima y personal, con la que acabó dando respuesta a las preguntas iniciales "¿Por qué? Por amor... y ¿para qué? Para redimirnos y vivir con Él para siempre".

Un prologando aplauso era el reconocimiento sincero de un auditorio entregado ante un magnífico pregón.